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El futuro de la educación: la necesidad del presente

Boy standing in classroom, in front of blackboard, rear view

Ainara Zubillaga, directora de Educación y Formación de la Fundación Cotec para la Innovación, reflexiona sobre la educación de hoy y la del mañana: «Mientras especulamos sobre cómo será la educación del mañana, la educación está ya definiendo nuestro futuro. Y en la construcción de ese futuro, es clave el presente, lo que hagamos ahora».

El hoy y el mañana se articulan y combinan en educación de una manera peculiar y paradójica. Existirán pocos ámbitos en los que la brecha entre lo que se está haciendo en la actualidad y la incertidumbre del futuro no solo sea tan evidente, sino que sea una constante del proceso educativo: formamos niños y niñas ahora para sociedades del futuro, para ciudadanos de próximas generaciones, para entornos sociales y laborales que no solo están por definirse, sino que además están sujetos a una dinámica de cambio permanente.

 

Por ello, quizá es tan relevante el hoy y el ahora: es necesario dejar de hablar de futuro, y pasar a centrarnos en el presente. Articulamos los discursos, las prácticas y los proyectos, en torno a un futuro sobre el que repetimos constantemente que no sabemos cómo va a ser. Y mientras especulamos sobre cómo será la educación del mañana, la educación está ya definiendo nuestro futuro, porque parte importante del mismo será lo que hagamos ahora.

 

Tenemos frente a nosotros una oportunidad de transformación que no podemos dejar escapar, y que exige pasar de la palabra a la acción, dejar de estar permanentemente reflexionando alrededor de lo que nos falta, lo que no hemos hecho bien o lo que va a venir o deberíamos hacer, para enfocar el qué hacemos ahora y hacerlo ya.

 

Y ese aquí y ahora, ese cambio que ya ha empezado, tiene tres ejes fundamentales sobre los que articularse:

El qué: la necesidad de un nuevo currículum

 

Es evidente, y cada vez más voces se hacen eco de ello, que no solo tenemos un currículum excesivamente denso y fragmentado, sino que además no representa la cultura relevante actual. Hablamos de incorporar un modelo amplio de alfabetización que incluya los denominados lenguajes emergentes -digitales, artísticos, visuales, derivados de los datos, lenguajes científicos, etc.

 

Además, es preciso y urgente integrar de manera sistemática y estructurada los conceptos, hechos, modelos, teorías y valores derivados de la Agenda 2030: sostenibilidad, igualdad de género, derechos humanos, equidad, consumo responsable, nuevas formas de energía, la desigualdad y las formas de combatirla, la construcción de un nuevo estilo de vida sostenible, etc.

 

Se debate sobre cómo evolucionar la práctica docente hacia nuevas metodologías didácticas, más centradas en la cooperación, en la articulación de retos y en el trabajo en equipo, como respuesta a un alumnado cada vez más diverso y al que es necesario incluir.

 

Reflexionamos sobre cómo gestionar las emociones en los procesos de aprendizaje, cómo apostar, por un lado, por el aprendizaje de habilidades sociales e interpersonales- pensamiento crítico, creatividad, empatía, comunicación, etc., y por otro, por la adquisición de estrategias metacognitivas, que nos permitan desarrollarnos en el marco de aprendizaje a lo largo de la vida que ya es una realidad. En definitiva, contenidos, competencias, metodologías y valores que han de tener una presencia clara y central en el currículum, y que debe llevarnos no únicamente a una cuestión de qué y cuánto estamos enseñando en la escuela, sino cómo organizamos y estructuramos todo ese nuevo conocimiento hacia nuevos formatos más flexibles que permitan integrar un proceso de actualización permanente como parte del propio proceso de diseño y desarrollo del currículo.

 

El cómo: el centro como unidad de cambio

 

La educación se va a reinventar en los centros educativos, desde los centros y a partir de ellos. El centro es la unidad de cambio, es la medida mínima para que la transformación del sistema se produzca. Tenemos profesores maravillosos haciendo cosas maravillosas. Pero en muchos casos, están solos; son islas, pero no generan olas. Y necesitamos una gran ola para afrontar esa reinvención. Asumir que el eje del cambio son los centros implica formular medidas para dotarlos de más autonomía y que puedan desarrollar sus proyectos de transformación. Y unir sus proyectos a los de otros centros: la creación de redes de centros. La educación de hoy es un gran reto, y como tal, no puede abordarse en solitario. Porque el cambio o será colectivo, o no será.

 

Con quién: apertura, cooperación y alianzas

 

Hablar de cooperación en educación no es solo desarrollar la capacidad de trabajar de manera colaborativa, sino crear canales de comunicación, colaboración y participación entre todos los agentes implicados en la educación. Y las redes de centros, y las tradicionales colaboraciones escuela – familia, necesitan incluir otros agentes: municipio, organizaciones sociales, empresas, organizaciones sociales, entidades locales, medios de comunicación, etc.

 

Es clave abrir la escuela, tanto como espacio físico como comunidad profesional: el reto de la educación es de tal magnitud y relevancia que abordarlo solo el profesorado y los centros no es ni posible ni deseable. Cuestiones como la sostenibilidad, la igualdad de género, el uso responsable de las redes sociales, una alimentación equilibrada, la creación de hábitos de ocio responsable, etc, son importantísimas. Cada vez es mayor la lista de demandas que “caen” sobre la escuela y que se presupone que el profesorado sabe y debe dar respuesta. La entrada de otros profesionales -educativos y no educativos-, permitiría no solo abordar cuestiones de manera más específica y profunda, sino que liberaría al docente de esta “sobrecarga” de responsabilidades y funciones, y permitiría crear una escuela más permeable, abierta y conectada con la sociedad.

 

Ainara Zubillaga es directora de Educación y Formación de la Fundación Cotec para la Innovación.