skip to content

Portugal, un modelo educativo de referencia

Friends on tram, Lisbon, Portugal

Portugal dejó atrás hace años el lastre de una educación llena de malos resultados, analfabetismo y abandono escolar. Ahora, su modelo educativo transformador ha dado un giro a la forma de aprender y al perfil que sus alumnos deben tener al abandonar la enseñanza obligatoria tras 12 años en la escuela. Hoy este país ostenta el apodo de “estrella ascendente de la educación internacional”. Sepamos cómo lo ha conseguido.

Lo que ha ocurrido en Portugal es un reto que el país se propuso conseguir y que está haciendo que se convierta en modelo en muchas partes del mundo. El objetivo global ahora sería tratar de hacerlo realidad en esos lugares a través del consenso de todas las partes implicadas: administración, agentes educativos, organizaciones de representación de familias, organizaciones docentes…

Portugal ha vivido en los últimos años cambios de enfoque curricular y educativo, pero ha mantenido más inversión sostenida en educación, en una escuela pública muy bien considerada (apenas hay un 11 % de colegios privados), un cuerpo docente con mucho prestigio y una buena dotación tecnológica en los centros educativos.

La asunción de principios, valores y áreas de competencia para conseguir que los estudiantes adquirieran el perfil que se propuso la administración educativa portuguesa implicó grandes cambios en las prácticas pedagógicas y didácticas para adaptar la acción educativa general a los propósitos de este cambio. La tarea no fue sencilla.

Se trataba, y se sigue tratando, de tener un marco común de referencia que potencie la libertad, la responsabilidad y el valor de las personas ante los demás y ante el cambio y la incertidumbre a los que se enfrentan los estudiantes en esta época de constante transformación.

El Ministerio de Educación, de forma consensuada con los agentes educativos del país, algo ya loable desde el propio planteamiento de este cambio, tuvo muy claro el tipo de persona que quería formar desde la infancia con el fin de conseguir las habilidades necesarias para adaptarse a una sociedad de futuro incierto.

Este plan tuvo tres apuestas fundamentales: otorgar autonomía curricular a los colegios, inyectar flexibilidad en los centros y un plan de implantación paulatina que ha permitido la creación de una serie de centros de referencia.

 

Dejando el currículum a un lado

Portugal ha dejado constancia con sus reformas de que el currículum, tal y como está planteado y formulado en muchos sistemas educativos, no tiene ningún sentido si no se adapta a las necesidades de una sociedad nueva, diferente, con objetivos distintos a la de hace unos años y con un camino por recorrer hasta su realización muy diferente al que recorrieron las sociedades anteriores a la nuestra.

Portugal ha sido muy consciente y muy realista y ha sabido que la única manera de adaptarse a las nuevas necesidades del mundo es transformando la educación y la sociedad lo ha acogido de forma muy favorable.

 

La fórmula portuguesa

Pero ¿cuál ha sido la fórmula que ha puesto en marcha para conseguir ciudadanos del siglo XXI? Definir muy claramente su perfil y los factores determinantes para el desarrollo del estudiante y llevarlos a la práctica de la siguiente manera:

    • Abordando los contenidos de cada área de conocimiento, asociándolos con situaciones y problemas presentes en la vida diaria del estudiante o presentes en el entorno sociocultural y geográfico en el que opera, utilizando materiales y recursos diversificados.
    • Organizando la enseñanza al proporcionar la experimentación de técnicas diversificadas, instrumentos y formas de trabajo, promoviendo intencionalmente, dentro o fuera del aula, actividades de observación, cuestionando la realidad e integrando el conocimiento.
    • Desarrollando actividades de aprendizaje cooperativo orientadas hacia la integración y el intercambio de conocimientos, la conciencia de uno mismo, los demás y el medioambiente y la realización de proyectos intra o extraescolares.
    • Organizando la educación al proporcionar el uso crítico de diversas fuentes de información y tecnologías de información y comunicación.
    • Promoviendo sistemática e intencionalmente actividades en el aula y más allá que permitan a los estudiantes confrontar puntos de vista, resolver problemas y tomar las decisiones que correspondan.
    • Creando espacios y horarios en la escuela para que los estudiantes intervengan de manera libre y responsable.
    • Valorando en la evaluación del aprendizaje de los alumnos el trabajo de iniciativa libre, alentando la intervención positiva en el entorno escolar y en la comunidad.

 

Mejorando en PISA

¿Se ha tratado de una tarea complicada y difícil de llevar a cabo o, por el contrario, la comunidad educativa ha unido fuerzas para ponerla en marcha asumiendo que los resultados serían positivos? Sin duda, ambas cosas se han producido, pero el objetivo final también se ha conseguido, a juzgar por los resultados: Portugal es uno de los países que más rápido ha ido ascendiendo dentro del informe PISA, aunque esa no sea su intención prioritaria. De hecho, en 2018, solo siete países de los 79 que han participado han mejorado sus resultados de manera significativa en las tres áreas analizadas: lectura, matemáticas y ciencias. Solo uno de ellos, Portugal, es miembro de la OCDE.

No podemos obviar que los profesores tienen mucho que ver en todo esto. Los expertos coinciden en que la preparación de sus docentes es fundamental. En Portugal tienen una formación continua y obligatoria y necesitan un master para ejercer.

Los valores fundamentales

Con el fin de conseguir formar a estudiantes con un perfil adaptado a los cambios, el país vecino apoya su educación en 10 valores fundamentales:

 

  1. La libertad.
  2. La responsabilidad.
  3. La integridad.
  4. La ciudadanía.
  5. La participación.
  6. La excelencia.
  7. La exigencia.
  8. La curiosidad.
  9. La reflexión.
  10. La innovación.

 

Con todo esto lo que se pretende es formar personas libres y con espíritu crítico, capaces de adaptarse a un mundo en cambio constante, prepararlas para tener las competencias adecuadas para enfrentarse al mercado laboral y para continuar su aprendizaje a lo largo de la vida. Se trata de tener un marco común de referencia que potencie la libertad, la responsabilidad y valore a la persona en el ámbito de su trabajo.

 

Los 8 principios con una base humanista

Este modelo de persona a educar va mucho más allá de planes de estudio y de currículums formadores de abundantes materias y temáticas interminables. Portugal ha ido más allá basándose en una educación centrada en el humanismo con 8 principios muy claros:

  1. Aprendizaje.
  2. Inclusión.
  3. Estabilidad.
  4. Adaptabilidad.
  5. Coherencia y flexibilidad.
  6. Sostenibilidad.
  7. Saber.
  8. Base humanista.

 

Porque ya no es suficiente con aprender las materias que se enseñan en clase. Portugal ha tenido una mirada mucho más larga que la de otros países de su entorno.

Las bases de su sistema educativo no son, sin embargo, nuevas. Se sentaron en 1986, con la conocida como Ley de Bases del Sistema Educativo, que estableció la mayoría de principios que siguen vigentes hoy y que están centrados en la igualdad de oportunidades.

Portugal ha tenido claro dónde quiere llegar en educación y cuáles son los objetivos que necesita conseguir para conseguir formar a ciudadanos del siglo XXI.

 

¿Qué competencias específicas ha marcado para sus estudiantes? 

Las competencias son combinaciones complejas de conocimientos, habilidades y actitudes, fundamentales para el perfil del alumno.

Las áreas de competencia que se trabajan en la escuela portuguesa son complementarias y su enumeración no presupone ninguna jerarquía interna entre ellas. Ninguna de ellas, por otro lado, corresponde a un área curricular específica, ya que en cada área curricular necesariamente intervienen múltiples competencias, teóricas y prácticas. Presuponen el desarrollo de muchas alfabetizaciones, como lectura y escritura, aritmética y el uso de tecnologías de información y comunicación, que son bases para aprender y continuar aprendiendo a lo largo de la vida:

 

  1. Interpretar lenguajes y textos.
  2. Destrezas en Información y comunicación.
  3. Pensamiento crítico y pensamiento creativo.
  4. Raciocinio y resolución de problemas.
  5. Saber científico, técnico y tecnológico.
  6. Relaciones interpersonales.
  7. Autonomía.
  8. Bienestar, salud y ambiente.
  9. Sensibilidad estética y artística.
  10. Consciencia y dominio del cuerpo.

 

Analizando con calma cada una de estas habilidades no hay duda de que podrían definir objetivamente el ideal de joven preparado en la mayoría de los ámbitos importantes de la vida. En esta serie de competencias es donde Portugal define el modelo de persona que quiere educar.

En esto consiste la verdadera transformación de la educación, más allá de discusiones teóricas. El enfoque portugués debería ser un modelo para todos y, especialmente, su capacidad de consenso con los actores educativos, que han sido capaces de ver la necesidad de adaptarse a los cambios sociales desde la escuela.

Dejemos de dar tanto peso al currículum, repensémoslo con herramientas como las que Portugal nos da y comprometámonos a buscar un cambio real para dar a nuestros estudiantes la educación que de verdad es necesaria y útil.

Porque la persona está por delante de las políticas, pero sin ellas es muy complicado ofrecerles un cambio real. ¿Es más importante la transmisión de conocimientos o una educación útil centrada en la persona? Ambas son necesarias porque una no puede vivir sin la otra.

¿Cómo sabemos exactamente de qué manera debemos formar a los estudiantes de hoy? Mirar hacia Portugal puede ser un buen punto de partida. La educación nos une.