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Perú: perspectivas y desafíos para la escuela que viene en 8 claves

Este encuentro, que reunió a destacados especialistas nacionales e internacionales en torno al proyecto de Fundación Santillana La escuela que viene. Reflexión para la acción, nos brindó referencias muy actuales sobre el estado de la situación. Asimismo, nos mostró las fortalezas y las limitaciones de un proceso cuya perspectiva tiene como una de sus características la incertidumbre respecto a cómo evolucionará la pandemia y los impactos que podría tener en el desarrollo de la escuela.

Igualmente, nos hizo reflexionar sobre sus estructuras, los recursos, las metodologías y los procesos de democratización de las oportunidades educativas.

Como resultado de los planteamientos y los debates, se presenta a continuación una propuesta de ocho recomendaciones destinadas a facilitar el planeamiento y la toma de decisiones que deben adoptar los responsables de las políticas de desarrollo educativo en las diversas áreas de gestión.

Estas recomendaciones buscan facilitar la construcción de una visión a mediano plazo sobre el futuro de la escuela y las implicancias que tendrá en el funcionamiento de las instituciones educativas. En el corto plazo busca promover que el próximo año escolar sea mejor que este, que va terminando, al identificar aquellos aspectos de la gestión más estratégicos que se deben implementar.

1. Atender las desigualdades

La pandemia ha puesto en evidencia las desigualdades en el desarrollo y las condiciones de vida de la población peruana. Por ende, ha mostrado las diferencias de condiciones de enseñanza y aprendizaje entre los docentes y los estudiantes de los diferentes sectores sociales. Atender esas diferencias demanda reducir el excesivo centralismo que ha mostrado la gestión sectorial, dando paso a una mayor autonomía y descentralización de decisiones en los espacios regionales y locales. Será muy difícil y poco productivo enfrentar con mayores posibilidades de éxito los retos educativos que plantean la pandemia y la pospandemia si no se fortalece la capacidad de gestión de las escuelas, como muestra la experiencia de países de compleja diversidad territorial, sociocultural y étnica similares a la del Perú.

Una mayor autonomía y una política de descentralización pueden ser herramientas poderosas en el objetivo de evitar que la educación retroceda en su progreso con el fin de que no aumenten las variadas brechas de género y de desarrollo sociocultural y digital, así como las distancias entre las expectativas, las realidades y las oportunidades.

De la emergencia sanitaria han surgido varios ejemplos que sugieren la necesidad de profundizar la práctica de estos principios. Por ejemplo, para que en los siguientes meses se inicie la organización del servicio educativo con componentes presenciales y a distancia, existirá una amplia gama de opciones, las cuales principalmente dependerán de la conectividad que exista en el entorno de la escuela y en los hogares de los estudiantes y sus profesores.

Si los factores que definen las características de una enseñanza semipresencial están más cerca de las escuelas, lo recomendable es que la decisión que se adopte se ubique en esa instancia de gestión y no en otra.

Otro ejemplo es el relacionado con las decisiones de estrategias de personalización y de atención a la diversidad o agrupamiento de estudiantes, que dependen en gran medida de las condiciones particulares del contexto en el que actúa la escuela. No se debe olvidar que cada hogar y cada niño son una realidad diferente y que en la gestión educativa no hay recetas únicas, sino más bien respuestas adaptadas a las necesidades de la población atendida.

 2. Elección de sistemas digitales integrales

Debe elegirse, con sólidas bases, un programa de desarrollo digital que sea integral, sostenible, riguroso en sus principios y que apueste por un enfoque de multiterritorialidad. Este programa debe favorecer la organización de redes de centros e incluir diversas opciones de uso de herramientas y procesos de desarrollo de una educación que combine lo presencial y a distancia. Debe contemplar opciones como las que se refieren a la posibilidad de combinar recursos de las modalidades multicanal y elegir entre alternativas de multitrayectoria, multimodalidad, multiagrupamiento y multiculturalidad en la implementación del modelo blended que adoptarán las escuelas.

Una lección que se desprende de la experiencia del 2020 es que, si los proyectos de desarrollo de las tecnologías digitales hubiesen sido más exitosos, estaríamos en mejores condiciones de implementar los modelos de educación a distancia. La experiencia muestra que los países y las escuelas que responden mejor a la emergencia sanitaria son aquellos que contaban con una visión, planes e inversiones previas de desarrollo tecnológico.

Estos países ven la tecnología y el desarrollo de plataformas asincrónicas y sincrónicas no solo como mera innovación, moda o modernidad, sino que están convencidos de que las tecnologías son un aporte a la transformación metodológica, de recursos, de motivación y de aumento del interés por aprender. Creen firmemente tanto en el valor y el potencial de la escuela como en el de los entornos virtuales. Por estas razones, es importante no equivocarnos en el diseño de una nueva política de desarrollo digital para la educación.

3. Flexibilidad curricular

Debe revisarse la densidad, el centralismo de las decisiones y los niveles de flexibilidad curricular. Es necesario contar con aprendizajes priorizados y revisar el número de competencias. Los países con más avance en educación trabajan con un margen de 8 a 10 competencias, mientras que en el Perú se cuenta con 30. Su elevado número hace muy complejos el mapa curricular y la evaluación del estudiante.

El tiempo de trabajo en la escuela es insuficiente para lo que es necesario aprender, pero se hace mucho menor si se agregan contenidos de los cuales se podría prescindir. Es mejor profundizar en una menor cantidad de contenidos que en un número mayor de estos, pero sin el tratamiento debido.

Por esta razón, y para hacer más eficiente la planificación, la estructura y la organización del currículo, es necesario priorizar lo que debe enseñarse y racionalizar los contenidos por grados y áreas del currículo, así como aprovechar las posibilidades de integración.

Es importante tener claridad respecto de los contenidos esenciales y de las habilidades necesarias para el siglo XXI (cognitivas, socioemocionales y digitales) que se necesitan para aprender a aprender.

La preocupación por construir un currículo que se acerque a lo perfecto nos ha llevado en varios momentos de este siglo hasta estos años a sofisticarlo, a dar más importancia a los contenidos que a la formación de la persona y a debilitar la finalidad principal: que los estudiantes logren los conocimientos y las competencias para actuar en la sociedad actual y futura. La pandemia puede ser la ocasión para decidirse por un diseño curricular más pertinente y realista.

Evaluar la política de implementación del currículo y de otros aspectos de la dimensión pedagógica durante la pandemia, así como su relación con lo aprendido y no aprendido por los estudiantes —que han estado recluidos varios meses en sus hogares— es esencial para conocer la magnitud de los déficits evidenciados en los campos emocional, de socialización y trabajo cooperativo, de movimiento y actividad física, de ritmo del trabajo escolar, de política de tareas en casa y competencias y áreas impartidas.

Una evaluación que cubra aspectos como los descritos podría dar respaldo al diseño y la implementación en las escuelas de proyectos de formación más adecuados al contexto que viven los estudiantes, a estrategias para la personalización, la diversificación, la inclusión y la integración de contenidos. Asimismo, podría ayudar a fortalecer la comunicación entre docentes, padres de familia y estudiantes, y de estos últimos como grupo.

En los hogares y las familias habrá que promover y crear las condiciones para que el estudiante aprenda. Es necesario dotar a las familias de las capacidades para brindar a los hijos el apoyo efectivo; en especial a aquellos hogares donde el apoyo de los padres a la educación de sus hijos es muy limitado o, simplemente, no se da. Los estudiantes requieren igualmente ser capacitados para aprender a aprender autónomamente.

4. Planes de formación para los docentes

Se deben ejecutar planes de formación continua para los docentes con el fin de habilitarlos para el trabajo con programación y evaluación de competencias, así como para que puedan hacer retroalimentación mediante la tecnología y en entornos virtuales. Es importante ayudarlos a adaptarse a la implementación de un sistema blended y a fortalecer sus capacidades de tutoría y de guía como factores claves de motivación e involucramiento.

El sistema educativo requiere soluciones para los problemas de comunicación de un sector significativo de profesores y estudiantes. En la escuela pública el acceso a un plan de datos gratuito es financiado por el presupuesto del Ministerio de Educación, y en la escuela privada hay que asegurar que se produzca tal medida.

Pero esto es solo una parte de la solución a los problemas de comunicación, pues es preciso extender ese beneficio a los estudiantes. Además, en el caso de carecer de una herramienta básica de comunicación individual o grupal, es necesario promover líneas de crédito blandas. El aporte del celular y el uso de WhatsApp, Facebook, Zoom y Google Meet han resultado claves para el trabajo con los estudiantes este año, por lo cual debe mantenerse.

5. Manejo de metodologías y contenidos

Es necesario enriquecer en los docentes y los estudiantes su bagaje en el manejo de metodologías y contenidos. Debe recordarse que las metodologías y los recursos no son los mismos en situaciones de aprendizaje presencial que en aquellas que se dan a distancia. Tampoco las competencias se aprenden de la misma forma, con las mismas metodologías ni maneras de evaluar. Cada modelo multicanal y competencia tiene su propia identidad.

Esta recomendación insiste en que más autonomía y una política con enfoque regional para el sistema educativo podrían facilitar el manejo de esas diferencias de tratamientos de metodologías y contenidos.

Se deben aplicar estándares que monitoreen las competencias y apostar por miradas integrales de aprendizaje. Asimismo, es necesario seleccionar y aprovechar los recursos interactivos y audiovisuales disponibles. La potencialidad de los podcads, los videojuegos, las videolecturas y las animaciones es muy grande y le da otro cariz al aprendizaje.

Incrementar y mejorar la variedad de materiales disponibles, así como el acceso a las plataformas, es una condición fundamental para aumentar las horas de clases de una gran cantidad de escolares que han tenido muy pocas al día. Es un esfuerzo en el que deben participar diversos actores del sector estatal y privado. Lo importante es que el material que se seleccione responda a algunos criterios básicos: que sea atractivo, motivador, que involucre al estudiante en su aprendizaje y logre que aprenda. Si el material no ayuda a ese propósito, se debe evaluar su pertinencia y utilización.

6. Revisión de la evaluación

Varias normas recientes hacen ver que el Ministerio de Educación avanza en mayores definiciones sobre la evaluación del estudiante, sobre todo en un contexto tan particular como el que se vive ahora. No obstante, es recomendable que la evaluación siga revisándose en el marco de lo que se decida como escuela que viene.

Diversos alcances, como el que la evaluación sea más formativa, de observación, sistemática, basada en evidencias, portafolios, programación por rúbricas… son parte del progreso en el diseño de un modelo de evaluación. Lo que falta es avanzar en su correcta aplicación. Este es uno de los campos de mayor necesidad de formación por parte de los docentes, quienes a las dificultades que han tenido de programación por competencias han tenido que sumarles las de evaluación por competencias.

7. Fomentar el interés de los estudiantes por la escuela

Frenar el abandono escolar, aminorar el ingreso tardío a la escuela y reducir los contenidos esenciales que no se imparten debe ser parte de las metas para alcanzar el año próximo. En ese propósito, más que planes de refuerzo y recuperación, los cuales han demostrado escaso cumplimiento, se necesita promover el desarrollo de proyectos y otras actividades de aprendizaje que demanden mucha interactividad e interés por parte de los estudiantes.

Como problema social, el abandono y el escaso aprendizaje obligará a dar a la tarea educativa un sentido de comunidad. Hoy más que nunca es necesario ver la educación como un servicio multisectorial, interdisciplinario y mancomunado con la familia. Asimismo, no deben ignorarse la diversidad social y los problemas del día día, como las drogas, la delincuencia, el bullying, el acoso sexual, entre otros.

8. La tecnología no lo es todo

La tecnología gana espacio, pero ella no lo es todo. Para los escolares con mayor vulnerabilidad, que no tienen acceso a internet o les es difícil trabajar con él, la banda ancha puede tardar en llegar. Para ellos, los textos y los cuadernos de trabajo siguen siendo, además del profesor, los principales recursos de aprendizaje. No hay que olvidar las inversiones en esos rubros.

Como en otros países, la pandemia y el esfuerzo por promover el desarrollo digital en el aprendizaje no han sido factores que reduzcan la importancia del material impreso de enseñanza. Es más, cobra mayor importancia en situaciones en que los profesores tienen mucha dificultad de comunicación con sus alumnos, al verlos solo esporádicamente. El material impreso es muy importante también en los casos de dificultad de los estudiantes para aprender solos o cuando carecen de apoyo en el hogar.

 

La Fundación Santillana agradece a todos quienes contribuyeron a la realización de nuestro encuentro virtual,  en especial a los panelistas: Miguel Barrero, Mercedes García de Valenzuela, César Bazán, Lea Sulmont, Alfredo Hermando, Pilar Butrón y Liliana Muñoz. Asimismo, a quienes contribuyeron a su organización y a todos los que con su presencia siguieron la trasmisión de sus actividades y aportaron con sus propuestas.

la Fundación Santillana organizará el verano próximo un encuentro virtual con similares temas relevantes de análisis. Estamos convencidos de lo importante que resulta alentar el desarrollo de un mayor número de espacios de reflexión que ayuden a despejar dudas e incertidumbres sobre el futuro de la educación. Asimismo, esperamos con estos encuentros ir diseñando una visión y un modelo propio y sólido de gestión académica, gerencial y de financiamiento que le den sentido y realismo al proceso de definición de la escuela, la cual resurgirá luego de superada esta situación de pandemia.

La educación nos une.