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El profesor curador

 

Miguel Thompson, director académico de la Fundación Santillana en Brasil.

La función del profesor viene sufriendo grandes transformaciones en los últimos tiempos. Las nuevas formas de referirse a la función docente apuntan esos cambios –de ser casi sinónimo de “maestro” y “educador” a nuevas denominaciones como “facilitador”, “orientador”, “mediador”, “tutor” y tantas otras. En tiempos de pandemia por el coronavirus, una de esas funciones será fundamental para que podamos continuar con la educación de los jóvenes: la función de curador.

El profesor, que durante mucho tiempo fue detentor del saber, pasa a posicionarse cada vez más  como un organizador de las informaciones especialmente en el océano digital. Por eso, pedimos prestada la palabra “curador”, antes restricta a los museos y al circuito de las artes y el entretenimiento.

Con el aislamiento domiciliar impuesto por la cuarentena, la función de curaduría de contenidos será fundamental para orientar las actividades de los estudiantes y sus familias.

De hecho, antes de que el profesor empiece a producir contenidos, lo que demanda tiempo, vale la pena que busque en internet materiales ya elaborados, que sean adecuados a la franja etaria a la que enseña. Seguramente los profesores con más experiencia ya tienen un repertorio de fuentes fidedignas que suelen utilizar para preparar sus clases. Los profesores más jóvenes pueden buscar ayuda para elaborarlas en las redes sociales. Compartir experiencias puede ser uno de los grandes beneficios del trabajo de curaduría.

El primer paso es, entonces, buscar las fuentes más confiables y rigurosas.

La idea no es solamente proveer información, sino buscar sitios que despierten la curiosidad y estimulen el cuestionamiento, la reflexión y la síntesis. Seguramente, el profesor ya tiene una lista de referencias utilizadas para la preparación de sus clases y que ahora puede pasárselas a sus alumnos.

Una vez establecida una lista de contenidos en diferentes soportes como textos, videos, videojuegos, esquemas e ilustraciones, es necesario construir una narración que tenga coherencia, con comienzo, medio y fin.

Camino

Como quien cuenta una historia, construye un camino con un contenido adecuado a la edad de tus alumnos. Vale la pena recordar que el material debe tener un tamaño apropiado para que el estudiante recorra el camino en poco más de una clase, o una secuencia didáctica similar a la que haría presencialmente.

Textos con muchas páginas o películas con más de una hora deben ir acompañados de guiones para que la comprensión se dé paso a paso.

Como sabemos, esta es una generación que recibe muchos estímulos externos y pierde rápidamente el enfoque que tenía. Un guion de lectura o de seguimiento de un video la ayudará en gran medida a mantener la atención.

Atraer a los alumnos

Uno de los primeros elementos de una narración es la capacidad de atraer la atención. Es válido, entonces, buscar fuentes que pertenezcan al universo infanto-juvenil y atrapen a los alumnos. Al hacer el proceso de curaduría es muy interesante tener una conversación con los propios estudiantes (¡on-line, claro!), pidiéndoles sugerencias sobre el tema que se abordará.

Sorprendentemente, el fácil acceso a la información puede contribuir a que en una curaduría colectiva sean los propios alumnos quienes encuentren fuentes que asocien el tema a ser estudiado con la cultura de los jóvenes. Una vez encontradas esas fuentes que los atraigan, seguimos nuestro proceso de elaboración del guion.

El desarrollo del contenido puede hacerse a partir de pequeños párrafos orientadores de cada una de las fuentes utilizadas: una pequeña síntesis, el motivo de la elección de algunas cuestiones desafiadoras. Buenas cuestiones son las que estimulan la curiosidad, orientan el seguimiento del objeto seleccionado, la comprensión y la reflexión de los jóvenes.

La sugerencia es que estas introducciones no tengan más de cinco líneas. Lo que dará fluidez al estudio de los jóvenes son los conectores de la narración.

Finalmente, el profesor puede escoger un sitio que sintetice todo el estudio o inclusive preparar un pequeño texto para el cierre de la clase.

La tarea del profesor curador es más interesante que la del elaborador de nuevos contenidos, pues sus esfuerzos deben dirigirse a identificar los contenidos existentes y trazar un camino para el aprendizaje de los alumnos.

Dentro de esa línea, podremos pasar este período tan difícil que enfrentamos sin renunciar a nuestros propósitos de contribuir a la formación de las nuevas generaciones, al mismo tiempo en que aprendemos nuevas posibilidades didácticas y de establecer relaciones que, en caso de emergencia, podemos utilizar. Seguramente en breve vamos a estar de nuevo próximos de nuestros colegas y alumnos para que nos podamos abrazar cariñosamente.

Imágenes: Jean Galvão / Fundación Santillana

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