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Liderazgo escolar: Inversión clave para la mejora educativa

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En el II Seminario Internacional de Educación celebrado en Chile en el mes de abril, bajo el lema Educación de calidad para todos:Liderazgo, Tecnología e Inclusión, se presentó el documento básico Liderazgo escolar. Inversión clave para la mejora educativa que la Fundación Santillana encargó a Ricardo Cuenca y Beatriz Pont.

El texto sostiene que la mejora educativa se ha convertido en una prioridad de muchos gobiernos con la evidencia cada día más clara acerca del valor de la educación en el crecimiento económico y el progreso y bienestar social. Mejores habilidades y competencias para todos fortalecen la capacidad de un país en muchos sentidos: más crecimiento económico, más equidad en la distribución de la riqueza, mejores cotas de salud y de participación cívica entre otras. Por ello es un área importante de política pública que representa no menos del 12 % del gasto total de los gobiernos de los países de la OCDE.

Hay varias cuestiones donde se ha avanzado mucho en la investigación en los últimos años. Una de las grandes conclusiones de la última década es que la calidad educativa no está reñida con la equidad. Los sistemas educativos que tienen alto rendimiento lo tienen porque invierten en todos los alumnos, y ponen especial énfasis en los más desaventajados. Por eso es importante entender bien el contexto y atender a los retos específicos del entorno donde están inmersas las escuelas.

Otra importante conclusión es que no se puede lograr mejora educativa solamente con un aumento del gasto o inversión educativa. Se ha demostrado que, más allá del gasto educativo, lo importante es cómo se invierte para lograr una educación de calidad para todos (OCDE, 2013).

No obstante, la evidencia empírica apunta a que son varios los factores clave para lograr la mejora educativa tales como invertir en el desarrollo de los docentes, tener expectativas y metas altas para los alumnos, hacer uso de datos para seguir el progreso de los estudiantes, priorizar el liderazgo escolar, apoyar a las escuelas y alumnos desaventajados, autonomía con apoyo y rendición de cuentas, y lograr estabilidad en la política pública (Hattie, 2015; 2009; Fullan, 2010; Hargreaves and Shirley, 2012; OCDE, 2012; OCDE, 2015).

Si bien muchos países han invertido en docentes, en el uso de datos, en fortalecer la autonomía, hay un aspecto que no se ha tratado mucho en los procesos de reforma educativa: la función de los directores de escuela o del llamado liderazgo escolar.

Los directores de escuela pueden tener una gran influencia sobre los resultados y la mejora de las escuelas pasando de tener una función administrativa a una tarea centrada en los resultados. Los directores tienen impacto indirecto –difícil de medir directamente– pero clave en el establecimiento de los buenos procesos de aprendizaje y enseñanza: fijan las metas, contribuyen al desarrollo de los docentes en la escuela, establecen procesos de colaboración entre docentes centrados en los resultados, mantienen relaciones con la comunidad que rodea la escuela y, en fin, sientan entornos positivos para los procesos de aprendizaje de los alumnos (Pont et al., (2009), Mejorar el liderazgo escolar volumen 1: políticas y prácticas, OCDE).

No importa la orientación asumida respecto a los directores. En muchos países, incluidos los latinoamericanos, no parece haberse invertido lo suficiente en desarrollar la profesión de director. Los directores de escuela no suelen haber recibido una formación específica acerca de las tareas de dirección y liderazgo escolar, y cuando la han recibido suele ser de corta duración y centrada en temas de normativa y regulación, pero no en dirección para la mejora escolar. La selección de directores de escuela normalmente no sigue procesos profesionales transparentes y claros, y les falta el apoyo necesario para poder centrarse en la mejora escolar.

Este documento de la Fundación Santillana se centra en la función y profesionalización de los directores y directoras de escuela para ofrecer conocimiento y muestras sobre el papel clave de los directores de escuela en la mejora educativa. El objetivo es presentar la evidencia sintetizada para América Latina de la importancia de los directores, de cómo se puede fortalecer su función, del tipo de formación posible y de cómo lograr una profesión que atraiga a los mejores profesionales para su ejercicio. Propone conclusiones y ejes de actuación que puedan nutrir las políticas públicas en el ámbito nacional, regional y local en América Latina.

El documento está organizado en tres secciones. En la primera se presentan las principales ideas acerca del cambio del paradigma sobre el liderazgo escolar. Se exponen las ideas sobre los nuevos roles de la dirección escolar y su impacto en la mejora educativa.

En la segunda sección se exponen las características principales de los directores de América Latina. Finalmente, en la tercera sección se desarrollan algunas reflexiones a modo de conclusiones.

En la década de los años noventa, Michael Fullan y Andy Hargreaves (1996) sostuvieron que es posible alcanzar el éxito educativo si se transita de las reformas del sistema hacia las reformas de la escuela. Estas reformas institucionales supusieron la comprensión de la escuela como una unidad educativa; es decir, que en la escuela todas las acciones que se desarrollan en el aula y fuera de ella tengan como orientación principal propósitos educativos básicos. Desde esta perspectiva, el trabajo del director resulta fundamental, pues el ejercicio de la función directiva define el ambiente escolar.

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