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Educación y brechas de género

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¿Existen brechas de género en el ámbito educativo? ¿Están muy marcadas? ¿Van desapareciendo a lo largo de la vida o van haciéndose cada vez más evidentes? Con motivo del Día Internacional de la Mujer, la OCDE ha publicado una serie de datos que evidencian las desigualdades en varios momentos de las etapas educativas de los y las estudiantes hasta llegar al mercado laboral.

A medida que la vida laboral se alarga, es importante preguntar si los sistemas educativos pueden equiparar a hombres y mujeres con la misma cantidad de habilidades necesarias para prosperar en los mercados laborales modernos.

Al mismo tiempo, también es imprescindible evaluar si los hombres y las mujeres son igualmente capaces de desarrollar las habilidades que adquieren en la escuela a través de una mayor educación, capacitación y aprendizaje en el trabajo.

En el pasado, las mujeres tenían una formación académica más baja que los hombres, pero esto ya no ocurre en la mayoría de los países de la OCDE: ahora ellas generalmente superan a los hombres en educación y, por ejemplo, tienen más probabilidades de matricularse y completar la educación terciaria (todo el proceso educativo tras la etapa secundaria, incluida la universidad).

Sin embargo, cuando se trata de esta fase educativa, la elección del campo de estudio es a menudo mucho más importante que la simple concesión de un título, y las mujeres siguen estando subrepresentadas en la educación STEM.

 

El origen de las diferencias

¿Pero de dónde provienen estas diferencias en las opciones ocupacionales? ¿Están motivadas por diferentes preferencias o más bien por la falta de las habilidades requeridas para tener éxito en esas materias y en esas ocupaciones?

Las evaluaciones estandarizadas a gran escala pueden ser una fuente útil de información para arrojar luz sobre estas preguntas. Normalmente, evalúan a los participantes en habilidades de lectura (o alfabetización) y matemáticas (o aritmética) y, al ser estandarizados y calificados a ciegas, proporcionan información más sólida y comparable sobre el dominio real de los participantes que otras fuentes de datos como las calificaciones escolares.

Las diferencias en las habilidades adquiridas por niñas y niños surgen ya en la escuela primaria. Un hallazgo común de las evaluaciones internacionales basadas en la escuela es que los niños tienden a superar a las niñas en matemáticas, mientras que las niñas obtienen mejores resultados en lectura. Además, la distribución de la competencia (en ambas materias) normalmente está más dispersa para los niños que para las niñas: en otras palabras, los niños pueden alcanzar puntuaciones muy altas o muy bajas, mientras que las puntuaciones de la mayoría de las niñas se agrupan con mayor frecuencia en el medio de la escala.

 

Evolución de las desigualdades

Sin embargo, se sabe menos sobre cómo evolucionan las brechas de género en lectura y matemáticas a lo largo de la vida. ¿Los niños pueden ponerse al nivel de las niñas en las habilidades de lectura a medida que crecen? ¿Pueden las niñas ponerse al día con las matemáticas a medida que se van haciendo mayores?

Responder a estas preguntas requeriría acceso a datos longitudinales, donde los mismos individuos son evaluados repetidamente. En ausencia de datos de este tipo comparables internacionalmente, una posibilidad es combinar datos transversales de varios estudios, que se dirigen a poblaciones de diferentes edades.

Las evaluaciones internacionales a gran escala permiten seguir la evolución de las brechas de género a medida que los miembros de una cohorte de nacimiento envejecen. ¿Qué explica la evolución de las brechas de género en lectura y matemáticas? Los datos disponibles transmiten un mensaje claro: las brechas de género en las habilidades de procesamiento de información evolucionan de manera diferente según el dominio evaluado.

En comprensión lectora, la ventaja que tienen las niñas a una edad temprana alcanza su punto máximo durante la adolescencia, pero luego desaparece rápidamente a principios de la edad adulta.En matemáticas, la ventaja de los hombres aumenta de manera constante de una forma casi lineal.

A las niñas les va bien en la escuela Los datos confirman la impresión de que a las niñas les va bastante bien en la escuela (mucho mejor que a los niños en lectura, y casi tan bien en matemáticas).

Es probable que las raíces de las brechas de género en el mercado laboral radiquen en las opciones de carrera de las mujeres, en términos de campo de estudio y ocupación.  Por ejemplo, en PISA 2018, en los países de la OCDE, las niñas obtuvieron de media unos resultados cinco puntos por debajo de los de los niños en matemáticas y dos puntos por encima en ciencia.

En 13 países, entre los que se incluyen Finlandia y Noruega —países con un alto rendimiento—, las niñas obtuvieron unos resultados significativamente superiores a los de los niños en matemáticas.

Tal vez los hombres se especializan de manera muy intensa en campos de estudio y / u ocupaciones que hacen un uso más frecuente de las habilidades de aritmética porque es el único dominio en el que tienen una ligera ventaja sobre las niñas, y esto podría explicar la ampliación de la brecha de género en matemáticas.

La reducción de la brecha de género en la lectura es más desconcertante, pero podría deberse al hecho de que esta es una habilidad más transversal que todos están llamados a dominar para tener éxito en la educación y en el mercado laboral, independientemente de la ocupación elegida o el campo de estudio.

Sin embargo, son posibles otras explicaciones, y se necesitarán más investigaciones para proporcionar respuestas más definidas sobre las fuerzas impulsoras detrás de la evolución observada de las brechas de género.  En conclusión, las brechas de género en las habilidades de procesamiento de información evolucionan de manera diferente según el dominio evaluado.

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¿Qué ocurre en la educación terciaria?

¿Y cómo han evolucionado a lo largo del tiempo la participación de las mujeres en la educación terciaria y sus campos de estudio de preferencia?

Las últimas décadas han estado marcadas por un crecimiento de la participación en la educación superior que ha sido mayor entre las mujeres que entre los hombres, lo que ha revertido las desigualdades de género en el nivel terciario en casi todos los países miembros y socios de la OCDE. De media en estos países, en 2017 el 51 % de las mujeres de entre 25 y 34 años tenía un título terciario, en comparación con el 38 % de los hombres de la misma edad.

Sin embargo, todavía existen grandes barreras que impiden que las mujeres elijan campos y carreras relacionados con la ciencia, a pesar de tener la capacidad de hacerlo. Escogen principalmente los campos de la educación y de la salud y servicios sociales, mientras que los hombres predominan en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Comparar la distribución de hombres y mujeres con formación terciaria a lo largo de las generaciones puede aportar información sobre la evolución de la participación de las mujeres en la educación terciaria a lo largo del tiempo.

De media, en los países de la OCDE, en el grupo de edad de 55 a 64 años, la proporción de mujeres con estudios terciarios es un 4 % mayor que la de los hombres, pero aumenta hasta un 32 % en el grupo de edad de 25 a 34 años. En cambio, en Estonia, la Federación Rusa, Islandia, Lituania y Suecia, la brecha de género en la educación terciaria es mayor entre adultos que entre jóvenes.

"Group of college students in the university amphitheatre, they are sitting and doing an exam."

Factores de la participación de las mujeres en educación superior

La bibliografía sobre la participación de las mujeres en la educación superior destaca los factores demográficos, sociológicos, económicos y educativos como las razones principales de esta reversión de las desigualdades de género. En el caso de los educativos, están relacionados con el hecho de que en los últimos años las niñas han visto muchas más mejoras en su preparación académica que los niños y tienen mayores expectativas educativas y profesionales que sus compañeros varones.

 

Salarios más bajos

Sin embargo, sea cual sea el campo de estudio que elijan, los ingresos de las mujeres siguen estando por debajo de los de los hombres en todos los campos y en todos los países miembros y socios de la OCDE.

Si bien en la mayoría de los países hoy en día las mujeres alcanzan un nivel educativo superior que los hombres, de media, tienen menos probabilidades que ellos de conseguir un empleo y ganan menos.

En cuanto a la competitividad, un aspecto también muy destacado en el que se marca la brecha de género, en 64 de los 79 países que participaron en PISA 2018, las niñas manifestaron actitudes menos positivas hacia este aspecto que las de los niños.

De media, en los países de la OCDE, el 69 % de los niños y solo el 53 % de las niñas afirmaron disfrutar trabajando en situaciones que implican competitividad con otras personas; el 64 % de los niños y el 56 % de las niñas afirmaron que para ellos es importante rendir mejor que otras personas; y el 77 % de los niños y únicamente el 56 % de las niñas afirmaron esforzarse más cuando compiten contra otras personas.

La brecha de género es especialmente amplia en Francia, Portugal, el Reino Unido y Uruguay, donde las niñas tienen una tendencia mucho menor a manifestar actitudes positivas hacia la competitividad.

Sin embargo, en varios países la brecha de género relacionada con la competitividad se ha invertido. En Albania, Arabia Saudí, Brunéi Darusalam, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Georgia, Indonesia, Jordania, Malasia y Marruecos las niñas manifestaron actitudes significativamente más positivas hacia la competitividad que las de los niños.

 

Falta de confianza en sí mismas

La relativa falta de confianza de las niñas en sí mismas, en comparación con la de los niños, y su relativa incomodidad con la competitividad pueden explicar la generalizada brecha de género en los salarios y en la infrarrepresentación de las mujeres en posiciones altamente remuneradas. Sin embargo, las diferencias entre países sugieren que las brechas de género en las actitudes hacia la competitividad no están predeterminadas.

Como vemos, según ponen de manifiesto estos estudios, las brechas de género todavía están presentes en los procesos educativos, laborales y sociales de la mayoría de los países miembros de la OCDE.

Por estos motivos, las políticas educativas de los gobiernos tienen que introducir medidas correctoras que eliminen las desigualdades que aún existen, haciendo presente el papel de la mujer, tanto en estudio como en profesiones en las que todavía su presencia es minoritaria. Es necesario suprimir, además, las diferencias salariales que retribuyen en menor medida a las mujeres en situaciones similares.

Fundación Santillana apoya todas las medidas que contribuyan a la supresión de las brechas de género.

La educación nos une.

Aquí puedes acceder a los tres informes de la OCDE: