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El coronavirus como metáfora

Back to school with facemask

Una de las primeras representaciones de la división del conocimiento de las que tenemos noticias se basó en los reflejos de Pitágoras de Samos, quien creía que deberíamos separar la comprensión del mundo de dos orientaciones: una centrada en la esfera humana y la otra centrada en la esfera natural.

Este modelo influyó en toda la filosofía griega clásica. En forma de «artes liberales clásicas», la retórica y la gramática se organizaron en un campo, la geometría y la astronomía en otro. En la Edad Media, los planes de estudio se dividieron en Trivium (lógica, gramática y retórica) y Quadrivium (aritmética, música, geometría y astronomía). La segmentación curricular se acentúa en la Ilustración, un movimiento cultural iniciado en Europa en el siglo XVII, que da lugar a muchas de las especializaciones de los planes de estudios escolares contemporáneos. Las artes liberales se convirtieron en ciencias humanas, ciencias naturales, lenguaje y matemáticas.

Contexto del nacimiento de la escuela pública

La escuela pública nació en este proceso de especialización y fragmentación del conocimiento. Este arreglo curricular fue fundamental para el desarrollo de paradigmas disciplinarios y para la mejora y profundización del conocimiento académico. Los medios de producción se beneficiaron de esta forma de estructurar el mundo, profundizando los procesos de división y especialización del trabajo para aumentar la eficiencia de las líneas de ensamblaje.

En esta larga historia de construcción de modelos de pensamiento, desde la antigua Grecia hasta la revolución industrial, tuvo lugar un gran proceso de desarrollo y mejora del conocimiento especializado que beneficia enormemente a nuestra especie. Generaciones y generaciones han favorecido esta forma de organizar el mundo tal como lo conocemos y le debemos mucho a estos modelos curriculares.

Pérdida de eficiencia de organización del conocimiento

Sin embargo, si construir una gama completa de protocolos y planes de estudio hiperestructurados fue excelente para un mundo más estático, esta forma de organizar el conocimiento ya no es tan eficiente para un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA, por sus siglas en inglés) en que vivimos.
Todo el siglo XX fue un gran ensayo para establecer una forma de pensar más integrada. La gran movilidad resultante de los medios de transporte urbanos y la conexión global inmediata resultante de los medios de comunicación han llevado a los individuos y a la sociedad a un intenso intercambio de conocimientos, subjetividades y valores culturales sin precedentes.

El ciclo de la naturaleza ya no era el único agente de previsibilidad e imprevisibilidad. Los nuevos elementos desequilibrados de la vida cotidiana aparecen más rápido que las estaciones del año, más contundentes que una tormenta. Ideas como la teoría del caos, en química; la hipótesis de Gaia, en biología; pensamiento complejo, en filosofía y modernidad líquida, en sociología, cuestionaron un modelo de pensamiento basado en el paradigma de especialización.

Muchos fenómenos complejos del siglo pasado y principios de la década de 2000 requieren algo más que una visión fragmentada para su comprensión: la crisis económica de 1929, el lanzamiento de la bomba atómica, el ataque terrorista a las torres gemelas o el colapso económico de 2008 son fenómenos complejos por excelencia y demandan explicaciones ancladas en diferentes puntos de vista, conectados e integrados, para ser entendidos.

Ahora, uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad es el contagio mundial del coronavirus. El rápido cambio en el comportamiento social, psicológico, económico y conductual que la pandemia nos ha provocado muestra dramáticamente que los paradigmas milenarios del pensamiento deben revisarse y que todo el pensamiento generado sobre la complejidad debe usarse para comprender la nueva realidad.

La escuela necesita discutir su modelo

La escuela definitivamente necesitará discutir el modelo con el que se forman las nuevas generaciones, todavía predominantemente influenciadas por los paradigmas de linealidad, fragmentación de tiempos y espacios y jerarquías de poder y conocimiento. Las reformas educativas en el mundo han señalado la necesidad de un pensamiento más abierto, desarrollado colectivamente y enfocado en la complejidad e integralidad del ser. Los conceptos curriculares como el trabajo en proyectos, la orientación sobre temas transversales, la resolución de problemas o el análisis de casos son elementos importantes para reconfigurar las formas de pensar, actuar y sentir frente a emergencias mundiales. Las crisis sistémicas serán la nueva normalidad en el campo sanitario, político, económico, ambiental, en las relaciones urbanas o en cualquier área de la actividad humana.

Miguel Thompson es director Académico de la Fundación Santillana en Brasil

(Texto publicado originalmente en el número 158 de la revista Direcional Schools)