Axel Rivas apuesta por poner el foco educativo en el presente
Axel Rivas es director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, director académico del Centro de Investigación Aplicada en Educación San Andrés y presidente del Consejo Nacional de Calidad de la Educación de la Argentina. Además, acaba de dirigir la publicación de la OEI “Las llaves de la educación. Estudio comparado sobre la mejora de los sistemas educativos subnacionales en América Latina”.
Se trata de un libro cargado de hallazgos realizado por un equipo de más de 15 investigadores de diferentes regiones de América Latina que han estudiado los sistemas educativos subnacionales en esta zona. El proyecto se propuso analizar el contexto de las políticas y los resultados educativos en las primeras dos décadas del siglo XXI en seis países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.
Rivas asegura que sin una plataforma de gobierno de la educación que garantice continuidad de políticas serias y concertadas, no hay forma de mejorar o cambiar los sistemas educativos. ¿Será posible tras los descubrimientos que salen a la luz en este documento?
Aprovechando su publicación hacemos un repaso por varios temas. Con Axel Rivas siempre es un placer conversar y aprender. Aprender sobre sus expectativas, sobre políticas educativas, sobre la escuela como un lugar de disfrute al que acudir cada mañana y de la pandemia y sus crisis.
¿Crees que el documento Las llaves de la educación. Estudio comparado sobre la mejora de los sistemas educativos subnacionales en América Latina, publicado recientemente por la OEI, y que tú mismo has dirigido, ejercerá algún impacto real en los gobiernos? ¿Tendrán en cuenta los aprendizajes que se han plasmado en él?
Espero que sí, nuestro propósito es lograr llegar a distintas audiencias para generar diálogos y aprendizajes de la investigación. Con los gobiernos esperamos generar más conciencia sobre los caminos de la mejora y aprendizajes directos de los casos estudiados. También estamos diseñando instancias de trabajo para el 2021: foros de discusión por países, talleres con equipos de gobiernos subnacionales y nuevos programas de formación para funcionarios y equipos de gobierno en América Latina.
Nos gustaría centrarnos en una de las llaves, la número 5, de las 10 que aparecen en la publicación: “Encontrar o potenciar un liderazgo reflexivo y decidido, pero también autocrítico, creíble y consistente”. ¿Crees que la reflexión es más importante que la acción? ¿No te parece que a veces perdemos mucho tiempo en reflexionar en lugar de ponernos manos a la obra con los cambios que la escuela necesita de verdad?
No se trata de oponer reflexión y acción, no son conceptos contrapuestos. Es más: reflexionar permite actuar mejor, usar mejor el tiempo de la gestión pública, aprovechar los momentos, los recursos, entender por dónde avanzar. Lo que vimos en varios de los y las líderes de los sistemas estudiados es que podían pensar sobre lo que hacían, que analizaban opciones, que incluso cambiaban de posición si encontraban que algo no funcionaba. Es un modo de reflexión muy centrada en la flexibilidad, en saber buscar alternativas y no quedarse atados a caminos únicos o posiciones tan fijas que inmovilizan la acción cuando se encuentran con obstáculos.
Cuando hablamos de educación, en muchas ocasiones tendemos a generalizar. Las necesidades no son las mismas para todos los entornos, para todos los contextos… ¿Crees que las políticas educativas tienen en cuenta estos entornos tan diferentes dentro de sus propios sistemas?
Sí, esta ha sido una característica muy clara en todos los casos estudiados. Las acciones de política estaban contextualizadas. Es justamente una lectura inteligente del contexto, de los actores del sistema, de sus capacidades, representaciones e historias, lo que permite entender mejor el rumbo posible y no la búsqueda de soluciones exportadas de afuera. Desde luego que hay que aprender de lo que hicieron otros países o contextos y usar la investigación sobre lo que funciona en educación. Pero resulta más importante tener un menú abierto de opciones para poder ponerlas en juego en el momento adecuado en ese contexto específico en vez de una teoría universal de aplicación de ciertas recetas a prueba de los contextos. La educación puede mejorar de muchas maneras. El arte de los casos que mejoran es entender que hay mil puertas del sistema y que conocer la mayor cantidad de opciones es lo que permite avanzar en el momento adecuado de manera incremental y realista.
Una de las llaves habla de “crear un horizonte de estabilidad en el tiempo” ¿Cómo es posible conseguir esa estabilidad con políticas educativas que están cambiando constantemente, muchas de ellas cada vez que cambian los gobiernos?
La clave es justamente desarrollar lo que llamamos las llaves del gobierno de la educación, que conforman una plataforma y permiten construir la continuidad en el tiempo. El estudio hace un gran aporte en describir el proceso (o los procesos, para ser más precisos) a partir del cual se construye la estabilidad de las políticas educativas. Los casos estudiados muestran fuertes continuidades que son el fruto del buen gobierno de la educación. Sabemos ahora mejor que nunca cómo se logra y también sabemos lo difícil que es en nuestra región generar esas condiciones. Esperamos que el libro contribuya a que se apueste más a la construcción de plataformas estables y sólidas de gobierno de la educación a nivel subnacional y nacional. Los cambios de gobierno siempre existen y pueden echar por tierra todo lo conseguido, pero será más difícil si los cimientos son fuertes.
¿Podrías hablarnos de una necesidad común e imperiosa de todos los diferentes sistemas educativos subnacionales analizados?
No sé si todos tienen algo en común, son muy diferentes los casos estudiados. Diría que varios de ellos tienen un fuerte foco puesto en los aprendizajes y en entender la teoría del cambio: es decir, las formas concretas en las cuales se logra generar mejoras en las prácticas de enseñanza a gran escala. No buscan atajos, buscan comprender la caja negra de las aulas y ayudar a los docentes a mejorar.
Conoces el sistema educativo español… ¿qué nos diferencia a la escuela pública española de la escuela en Iberoamérica a grandes rasgos? ¿Qué podríamos aprender los unos de los otros?
No lo conozco tanto como querría. Creo que desde ya tiene muchos más recursos que los países de América Latina y contextos sociales de menor desigualdades y pobreza. Esto ofrece mejores condiciones para generar políticas educativas. Pero a la vez, sé que es muy difícil concertar los acuerdos básicos y que España tiene un enorme desafío de gobernabilidad del sistema educativo. Ojalá que nuestro estudio ayude a potenciar capacidades estatales que no son muy distintas a las encontradas en los casos estudiados de mejora en América Latina. Estoy seguro que las lecciones son tan válidas en nuestra región como en cada comunidad autónoma de España.
Tras estos meses de pandemia, ¿cómo imaginas que será la escuela del futuro? ¿Crees que lo que hemos aprendido (hablando de educación) se llegará a poner en práctica o caeremos en los errores de siempre?
No tengo una respuesta directa. Por un lado, creo que tenemos que poner todo nuestro empeño en mejorar la situación actual de educación en pandemia. No hay tiempo ahora para pensar el postpandemia: las urgencias nos demandan poner nuestro foco en el presente. Por otro lado, las maneras en las cuales estamos redescubriendo distintas dimensiones de la educación seguramente contribuirán a cambios futuros. Ojalá podamos repensar el diseño didáctico de nuestras clases, los espacios, tiempos y grupos de aprendizaje, la organización del currículum, la evaluación y los sistemas de promoción de los alumnos, el uso de la tecnología en el aprendizaje, la creación de espacios de aprendizaje horizontal entre docentes, entre tantas dimensiones que la pandemia ha trastocado.
Imaginamos que conocerás estos datos recientemente publicados por el World Economic Forum. El informe Future of Jobs 2020 del Foro Económico Mundial encontró que para 2025, 85 millones de empleos pueden ser desplazados por la creciente automatización, mientras que alrededor de 97 millones de nuevos roles pueden surgir que se adapten mejor a la nueva división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos. ¿Estamos preparando a los estudiantes para esto o la escuela está viviendo la margen de lo que dicen los datos sobre el futuro?
Sí, he trabajado en un documento con Fundación Santillana que se titula ¿Qué hay que aprender hoy? donde analicé los distintos escenarios de modelos curriculares para el presente-futuro. Creo que los sistemas educativos están haciendo cambios, pero todavía no hemos encontrado en la mayoría de los casos la consistencia para avanzar en nuevos marcos curriculares que puedan ser trabajados por los docentes. Es difícil avanzar en medio de tantas dificultades y carencias. Por eso nuestro estudio sobre los sistemas que han mejorado es tan importante: sin las bases, sin una plataforma de gobierno de la educación que garantice continuidad de políticas serias y concertadas, no hay forma de mejorar o cambiar los sistemas educativos.
Hablabas en tu reciente intervención en EnlightED junto a Carlos Magro de que nuestros hijos ven el conocimiento como un deber y no como un disfrute. ¿Qué esperanza tienes en que esto pueda llegar a cambiar?
Bueno, es quizás el gran tema de la educación desde siempre. Creo que tenemos siempre que combinar obligación y placer para aprender, pero hay que diseñar nuevas combinaciones para crear mejores ambientes de aprendizaje, más desafiantes, donde los estudiantes sientan que vale la pena estar cada día. Muchas escuelas nos muestran el camino, no hay que inventarlo de cero. A nivel de las políticas resulta mucho más difícil avanzar a gran escala. En un documento que hicimos hace unos años mostramos algunos ejemplos interesantes de gran escala en América Latina, lo llamamos Inspiraciones alcanzables.
¿Estamos viviendo un buen momento para fomentar el pensamiento crítico de los estudiantes?
Vivimos en un momento donde estamos obligados a fomentar el pensamiento crítico. Obligados porque de otra manera nuestros estudiantes serán succionados por las redes de influencia y manipulación de su tiempo. Vivimos la era de mayor expansión del consumo cultural que jamás hayamos atravesado. Somos literalmente datos que ofrecemos sobre nuestros deseos para que se vendan más productos gracias a conocernos mejor. Somos tiempo de consumo frente a pantallas. Y somos la materia con la cual los algoritmos buscan captar nuestra atención, reforzando nuestras tendencias y creando burbujas de pensamientos cerrados que se refuerzan a sí mismos. Desarrollar estrategias de lectura crítica del consumo cultural y filtros científicos, éticos y ciudadanos de este mundo que vivimos es una tarea cada vez más imperiosa en las cuales. ¿Quién podría hacerlo si no lo desarrolla el sistema educativo?
De todas las experiencias analizadas en el documento “Las llaves de la educación” ¿cuál es la que más te ha sorprendido y por qué? (Me refiero a alguna que creas que se pudiera extrapolar a otras escuelas o que, por el contrario, por su contexto no pudiera extrapolarse pero que creas que es muy positiva para los estudiantes que la están viviendo).
La más impresionante es la del caso de Sobral en Brasil, el municipio que en un contexto de mucha pobreza pasó del puesto 1360 al 1 en todo el país en calidad de los aprendizajes. Lograron vencer la estructura social desde la potencia de la política educativa. Nos demostraron que es posible un rol activo del Estado que garantiza el derecho a la educación como espacio de transformación social. Otros casos también lograron procesos de mejora muy destacada como el de Pernambuco en sus escuelas medias de jornada completa, rediseñando el proyecto de vida de los jóvenes y mostrando que es posible soñar otra escuela a gran escala y en contextos vulnerables.
La educación nos une.