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Aprender en tiempos de guerra

Brother and sister playing guitars together

Jesús Joven, director del Colegio FUHEM Montserrat de Madrid y profesor de Filosofía, reflexiona sobre lo que la crisis actual de la educación puede traer consigo y plantea interesantes escenarios posibles como el triunfo de las humanidades frente a la presión de la propuesta STEM o la capacidad de las habilidades 21 como herramienta de concienciación de los estudiantes para que entiendan que este mundo es, ahora más que nunca, un lugar en cambio constante.

¿Cómo se prepara a los alumnos de hoy en día para enfrentarse a una pandemia como la provocada por el COVID-19, que apenas nadie fue capaz de anticipar? ¿Cómo se enseña a nuestros profesores a pasar de una educación presencial a otra no presencial en poco más de 24 horas? ¿Cómo podemos aprender a vivir en una situación de confinamiento radicalmente distinta a la manera de educar y de vivir hasta ahora?

 

Una historia como de ciencia ficción

Imaginemos cuál habría sido el comienzo de esta historia que parece sacada de una novela de ciencia ficción: “Año 2020, la humanidad se enfrenta a un minúsculo virus capaz de colapsar el planeta entero. La población se mantiene encerrada en sus casas mientras crece sin cesar el número de muertos”. Esa historia es ahora una realidad. El coronavirus se ha convertido en una amenaza global que nos distancia, aisla y encierra. Nada más lejano de la naturaleza de los procesos educativos que son relacionales, interdependientes, afectivos

Lo que pone de manifiesto esta crisis es la fragilidad de los sistemas, entre ellos el educativo, que pueden cambiar, si no desaparecer, tal y como los conocíamos casi de un plumazo. Sí, porque es muy posible que esto pueda suceder.

 

Competencias para una postmodernidad incierta

Lo que supondría que nuestros alumnos tendrían que adquirir urgentemente competencias que les permitieran adaptarse a una postmodernidad incierta y cambiante, donde ya nada sea absoluto y todo esté sometido a revisión o desaparición casi instantánea, donde el mundo sea interdependiente y el efecto dominó se pone de manifiesto con precisión milimétrica.

 

¿Hasta dónde llegaremos?

La ficha que corresponde a la crisis sanitaria ha caído sobre la crisis económica, sobre la laboral, sobre la educativa… ¿hasta dónde llegará el derrumbe del sistema? ¿cuál será el resultado cuando se levante de nuevo? Ese mundo incierto al que a veces se hacía referencia, para que nuestros alumnos adquiriesen competencias que les permitiesen a enfrentarse a él con éxito, se ha hecho realidad y lo ha hecho de forma completamente radical. De ahí las preguntas con las que comenzábamos esta reflexión y muchas otras de difícil respuesta porque estamos girando en la espiral del huracán y es imposible ver más allá del torbellino que nos arrastra.

 

Valores democráticos e intelectuales

En esta crisis, que también identificamos como educativa, cuesta ver que es, sobre todo, una crisis que tambalea nuestros valores democráticos, intelectuales, producto de la Ilustración y que nos permiten identificarnos como miembros de una cultura en la que pronunciábamos hasta hace pocos días un nosotros como sujeto de cualquier proposición que tuviera que ver con la Unión Europea.

El virus ha redefinido el concepto de nación y ha levantado nuevamente las fronteras, tras ellas nos hemos protegido frente a la amenaza que viene de fuera. Esta crisis provocada, según las xenófobas palabras del presidente Trump,  por el “virus chino”, nos confina de manera más amplia que las paredes de nuestras casas y amenaza con destruir el nosotros que se empezó a construir con la cultura griega.

 

El mundo acaba de cambiar

La preocupación inmediata es que nuestros alumnos no dejen de adquirir los contenidos curriculares previstos en el nivel que están cursando, que puedan desarrollar las competencias que estaban recogidas en cada una de las áreas, pero olvidamos que acaba de cambiar el mundo tal y como lo conocíamos hasta ayer mismo.

Nuestro sistema educativo lleva sufriendo la presión de la propuesta STEM desde hace unos años pero, aunque nos empeñemos, no serán únicamente las ciencias, tecnología, ingenierías y matemáticas las que nos salven del naufragio actual. El predominante diseño utilitarista de las políticas educativas se olvida de que las ciencias sin una concepción más amplia y profunda del ser humano no proporcionan una respuesta moral que esté a la altura de las crisis a las que nos iremos enfrentando.

 

La necesidad de las humanidades

La sociedad y la educación tecnológica necesitan de las ciencias sociales y humanidades para entender no solo el comportamiento y el tratamiento más adecuado para combatir el virus que nos amenaza, Será necesario entender también las consecuencias profundas de los cambios económico-sociales que ha provocado, se necesitarán estos saberes para reconstruir una parte de lo que se ha derrumbado y que no es únicamente la salud y las vidas humanas.

¿Cómo superaremos el sentimiento de abandono y de culpa ante el fallecimiento de los seres queridos sin nuestra compañía sin haber podido vivir una auténtica ceremonia de despedida? ¿Cómo recuperaremos la confianza en un sistema político que no nos ha librado de la pandemia que asola el planeta? ¿Cómo explicaremos que no se debe comprar compulsivamente provocando la carencia de productos básicos a otros seres humanos?

 

Gestión de las emociones

Las habilidades 21 permiten preparar a nuestros estudiantes ante escenarios futuros como el que ahora se ha hecho presente porque, como decía el filósofo John Dewey: “El ideal no es que un niño acumule conocimientos, sino que desarrolle capacidades” En nuestro caso, aquellas que son propias del escenario académico, que favorecen la convivencia y las relaciones sociales a través de valores como la equidad y la justicia social. Pero también aquellas que pertenecen al escenario persona con la adquisición de habilidades por parte de nuestros alumnos referidas a la gestión de las emociones, la autoestima y la seguridad.

 

Preguntas para reconstruir-NOS

Estas habilidades nos permiten responder a las preguntas formuladas desde ese nosotros construido a lo largo de los siglos, que nos convierten en los protagonistas de todo lo que acontece. Las que hemos formulado son tan solo algunas preguntas para reconstruir-NOS como alguien capaz de reconocer al otro como un ser humano sujeto de derechos.

Sin esa capacidad el hombre se animaliza, se embrutece, se pierde. Solo desde ahí podremos construir una sociedad fortalecida capaz de resistir a crisis como la actual. Ésta es la enseñanza que no podemos perder de vista en este momento porque es la que da sentido a todo lo demás.

Jesús Joven, profesor de Filosofía y y director del Colegio FUHEM-Montserrat.